Gato con Lentes

La autonomía universitaria en sus múltiples dimensiones

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octaviosolis

11 marzo, 2018 @ 9:48 pm

La autonomía universitaria en sus múltiples dimensiones

@octaviosolis

La idea de autonomía universitaria se encuentra hoy enraizada en el imaginario social como algo incuestionable, aunque muchas veces exista confusión acerca de su contenido, alcances y repercusiones. Lo anterior se debe, principalmente, a la complejidad del concepto, consecuencia de su polisemia. Esto mismo la enriquece, y al mismo tiempo la pervierte. El concepto de autonomía universitaria tiene por lo menos cuatro dimensiones: histórica, política, filosófica y legal.

Definición legal y política

La primera gran confusión es la que atañe a la legal con la política. La definición legal básica es que la Universidad Nacional es capaz de autogobernarse, de elegir, decidir, o designar por sí sola a los representantes en sus órganos de gobierno, así como de distribuir, administrar, y utilizar sus recursos financieros sin intromisión externa alguna, al igual que en la discusión y aprobación de sus contenidos académicos. Pero esto no la convierte en un espacio extraterritorial; las leyes del país son tan válidas en el campus universitario como en cualquier parte.

La malinterpretación surge en los límites de la autonomía política, ésta es, que la universidad se ha ganado el respeto de la sociedad como una institución capaz de resolver sus conflictos internos sin ningún tipo de intervención externa, mucho menos del Estado o el gobierno. Es una autonomía que gravita en el espacio de lo simbólico, de lo legítimo. Que invade y reconfigura la legal. Ya que en estricto apego a derecho, la policía puede (aunque no debe) ingresar al campus universitario para salvaguardar el Estado de derecho. Debemos pues, reconocer estas diferencias, sin dejar de insistir y apostar por la capacidad para resolver nuestros conflictos a través del diálogo interno.

Dimensión histórica

Aquí entra en escena la dimensión histórica, ya que ni la autonomía política ni la legal han sido concesión gratuita, éstas se han originado y construido como consecuencia de un proceso histórico; en el conflicto, en distintos contextos. Tanto el antagonismo al interior de la institución como frente al Estado, desembocaron en distintas leyes orgánicas: la de 1929, que otorgó la primera autonomía legal, relativa; la de 1933, absoluta pero sin el reconocimiento de su carácter nacional (definida como Universidad Autónoma de México), y la de 1945, vigente hasta el día de hoy. Sin embargo, algunos movimientos estudiantiles como el de 1968 definieron esa carácter simbólico de la autonomía, también vigente hasta nuestros días.

Ese transcurrir histórico ha estado siempre acompañado de un principio filosófico. Las autonomías otorgadas a todas las universidades del mundo se basan en una idea simple, pero que hace tres siglos era poco difundida, y que en palabras de Immanuel Kant, al inicio de su texto clásico Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? Menciona que “La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro.”

La edad Moderna del ser humano, es su capacidad de pensar por sí mismo, sin la ayuda de un Dios que todo lo explica. El pensamiento científico, humanístico requiere de un espacio autónomo para poder producir libremente, sin estar al servicio de un poder o de una creencia religiosa que lo constriña.

Autonomía económica

La dimensión económica complejiza aún más el concepto de autonomía, ya que más del 87% del presupuesto de la institución proviene del Estado, lo que en ocasiones la pone en situaciones complicadas. La educación (gratuita) como un deber social por parte del Estado es un derecho que debemos defender siempre, pero el costo político de ello, es la dependencia económica. Aunque para entender mejor este aspecto autonómico, hay que mencionar el compromiso social de la Universidad Nacional. La nación confía en nuestra institución como formadora de profesionales comprometidos, en la difusión que hace de la cultura y la producción científica que beneficia al desarrollo del país. Bajo estos ejes, y sobre todo, con sus resultados, su presupuesto está justificado ante el poder legislativo.

Todas sus dimensiones confluyen en un mismo momento cuando alguien hace referencia a la autonomía universitaria, aquí las hemos separado en un esfuerzo analítico, pero resulta complicado hacerlo en la realidad. Ayuda mucho contextualizarla con otros dos conceptos claves de la universidad: el compromiso social y la libertad de cátedra. Con el objetivo de hacerla valer en nuestra práctica cotidiana como estudiante, profesor, trabajador, funcionario de la universidad. Reconocer la trascendencia del lugar donde estamos parados. Saber que somos autónomos para servir al desarrollo cultural, científico, social de México.

Libertad de Cátedra

Entender que libertad de cátedra significa libertad de conciencia, en dos niveles. El institucional, que apela a que la máxima casa de estudios no profesará oficialmente una filosofía exclusiva o pensamiento único; y el del aula, que permite al profesor decir u opinar libremente su posición del mundo, siempre y cuando la argumente. Para Antonio Caso la libertad es el aire que necesita el pensamiento, la cátedra es una orientación con contenido. Por su parte, Manuel Gómez Morín sostiene que “El profesor serio que honestamente enseña su verdad, cumple íntegramente con su misión, cualquiera que sea la orientación […] El profesor superficial o simulador nunca cumplirá su deber ni permitirá que la Universidad cumpla el suyo”.

Concluyo con una frase de Alejandro Gómez Arias, dirigente del movimiento estudiantil de 1929, que conquistó la autonomía y por lo cual hoy se conmemoran 85 años de la misma. “¿Qué es la autonomía? La autonomía, como la libertad de cátedra, como el libre albedrío, es un concepto vacío que es preciso llenar, día con día, con la acción. Ser libre no tiene sentido si no nos preguntamos para qué se es libre. Ser autónomo en el caso de instituciones como la Universidad solamente plantea una interrogación todos los días: ¿Para qué la autonomía? Nuestra generación y algunas de las posteriores la han signado como una fórmula, a la vez simple y complicadísima: autonomía para servir a la nación, al pueblo de México.”

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Imagen: UNAM Global www.revistaconsideraciones.com
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Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis