De Norte a Sur Opinión

“Alternative facts”: En busca de una legitimidad inexistente

Colaboradores


5 marzo, 2017 @ 12:04 pm

“Alternative facts”: En busca de una legitimidad inexistente

Las afirmaciones falsas del secretario de prensa de la

Casa Blanca sobre el tamaño de la multitud en la toma de

Posesión de Donald Trump fueron “hechos alternativos”,

dijo una asesora de Trump este domingo..

 CNN, 22 de enero de 2017

Osmar Cervantes González / @IOsmarCervantes

Vox populi, vox Dei. La percepción de la opinión pública de la Unión Americana es clara. Los estudios realizados por diferentes medios de comunicación y casas encuestadoras estadounidenses han puesto en evidencia que el contexto en que se encuentra inmerso el actual presidente de los Estados Unidos es poco alentador en términos de aceptación social, por lo que no resulta ilógico pensar que en el mediano plazo –como se ha observado en contextos sociopolíticos semejantes– exista un rechazo generalizado de la ciudadanía hacia el excandidato republicano que podría culminar (incluso) en su remoción.

Es imprescindible conocer las circunstancias de carácter social, político y mediático por las que atraviesa el gobierno estadounidense para conocer la intencionalidad de la frase orwelliana “alternatives factsemitida por la consejera del presidente Donald Trump, Kellyanne Conway, que ha sido ampliamente discutida y motivo de debate en los medios de comunicación, nacionales e internacionales. No es gratuito que los llamados “hechos alternativos” proliferen en los discursos oficiales constituyéndose como una herramienta que busca incidir en la opinión pública, en este caso, en favor del actual presidente estadounidense ante la crisis de legitimidad que éste enfrenta por parte de un amplio sector de la población, pues de acuerdo con el diario The New York Times y otros medios de prestigio no oficialistas, Donald J. Trump es el primer presidente norteamericano de la era moderna en asumir el cargo con el menor apoyo popular.

Claro está que los exiguos índices de popularidad del presidente Trump, producto de su actuar y contenido discursivo, han hecho que él y su equipo de trabajo se centre en disuadir y reprimir el pensamiento colectivo altamente influenciado por la información emitida por los conglomerados mediáticos no afines al gobierno trumpista que, naturalmente, han criticado las medidas implementadas por la actual administración, ocasionando, así, un férreo conflicto entre el gobierno y varios medios de comunicación como CNN, The Washington Post, The New York Times y ABC News, que regularmente han mantenido una postura más crítica del gobierno estadounidense.

El objetivo de los llamados “hechos alternativos” es camuflar la realidad sociopolítica; en otras palabras, el gobierno busca, mediante la fabricación y emisión de versiones que le sean favorables, incidir en la opinión pública, ganar adeptos y, en el mejor de los casos, reducir sus altos índices de impopularidad. Bajo esta lógica, los “alternative facts” constituyen –en esencia– propaganda política con la que se busca influir en el conjunto de creencias y valoraciones no sólo de la población norteamericana sino también de la del resto del mundo con respecto al grado de legitimidad del presidente electo.

Entre los objetivos planteados por el gabinete de Donald Trump se encuentra el ser bien visto por la población, por lo que éste ha buscado –con ayuda de ciertos conglomerados mediáticos que le son afines– recobrar legitimidad, la cual constituye un elemento que posibilita un mejor desempeño gubernamental, esto en la medida en que en un país en el que existe un gobierno legítimo (o socialmente aceptado) este último se esforzará por mantener dicha aceptación desempeñándose mejor en la preservación del orden público, el manejo eficaz de la economía y la promoción de bienestar ciudadano, que –de acuerdo con algunos teóricos– constituyen tres indicadores generales para medir la gobernabilidad.

Está claro que, como puede advertirse en su discurso, el presidente de la Unión Americana y su equipo de colaboradores están preocupados por la percepción de la opinión pública sobre la directriz de gobierno llevada a cabo hasta ahora. Por esta razón, Donald Trump se ha empeñado en descalificar a los medios de comunicación y fabricar hechos que poco tienen que ver con la realidad, y ejemplo de esto fue la declaración de Kellyanne Conway, quien defendió con una peculiar frase la declaración falsa (pues su falta de veracidad fue ampliamente documentada) del Secretario de Prensa de la Casa Blanca sobre la asistencia a la investidura presidencial de Trump, en la que, según versiones oficiales, asistieron 420 mil personas.

Ante esto, hoy es posible presenciar una guerra abierta entre Trump y los medios de comunicación críticos encabezados por The New York Times, cuyo medio escrito el pasado lunes 27 de febrero lanzó una campaña propagandística en contra del mandatario en la que se retoman los “hechos alternativos” y se cuestiona la veracidad de las versiones difundidas por la Casa Blanca.

La guerra continúa y los resultados aún están por verse.

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