De Norte a Sur Opinión

El efecto Trump

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octaviosolis

11 noviembre, 2016 @ 6:41 pm

El efecto Trump

@octaviosolis

Una vez más quedó demostrado que son las pasiones colectivas las que ganan elecciones. Esto deriva, muchas veces, en uno de los mayores enemigos de las democracias: la demagogia. Misma que llevó a Hitler al poder en 1933, y denunciada por Aristóteles hace más de 2 mil años como la perversión del sistema democrático.

En la persona de Donald Trump se sintetizaron distintos sentimientos, algunos sí de odio, como el racismo anti-migrante, pero otros legítimos como el despojo provocado por una política neoliberal que ha dañado también a una clase obrera blanca; y el hartazgo hacia una clase política corrupta, fenómeno recurrente en diferentes países, como el nuestro.

Para la gran mayoría, el triunfo del candidato republicano resultó sorpresivo no tanto por su estilo cínico y discriminatorio como por las encuestas, que pregonaron su derrota, pero que lo único que hicieron fue ratificar su nulidad para interpretar la realidad política. Desde el Brexit, el “No” en Colombia, y el descalabro priista de junio pasado en las elecciones para gobernadores, ya no son mínimamente confiables. Las encuestas miden la intención del voto, pero no así la intensidad con la que se vota, ni sus motivos, que pueden ser variantes y volátiles.

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Coincido con la tesis de que ambos candidatos (Hillary y Trump) son realmente dos caras de una misma moneda. Un análisis de fondo, que parte de los intereses del sistema económico social del vecino del norte, nos ofrece una lectura histórica de largo plazo, necesaria para fomentar una conciencia crítica más profunda. Pero el inconveniente de quedarnos sólo con esta lectura sistémica, es que desaparecen los matices y el análisis de coyuntura, por ejemplo, la subida del dólar el mismo día de la elección, los tratados comerciales entre México y Estados Unidos y las consecuencias para el 2018 en nuestra nación.

A pesar de que ambos representan similares intereses imperialistas, no despiertan ni las mismas reacciones, ni la misma animadversión entre el pueblo mexicano, por el matiz en sus discursos. Ahora que Trump se ha erigido ganador, hará resurgir el sentimiento nacionalista en México con mayor fuerza que en los últimos años, por lo que resulta seguro que quien sepa recoger y motivar el sentimiento nacionalista, se fortalecerá como candidato para el 2018.

El nacionalismo, luego entonces, es un motor de transformación vigente, de movilización; sólo hay que saber detonar el botón de la indignación nacional, aunque es también, morada de cualquier ideología política, tanto de la izquierda como de la derecha.

Hay que reconocer la capacidad de Trump por incendiar las pasiones colectivas, de mezclar en una misma agenda tan diversas demandas que en voz de un político tradicional sería imposible recoger, por eso la fachada de loco, improvisado, y de políticamente incorrecto.

El odio contra los migrantes no es exclusivo del sector blanco, también existe un fuerte rechazo de parte de latinos ciudadanizados que conciben a los migrantes como una amenaza a sus intereses, lo que denota una crisis identitaria de aquellos. Por otro lado, una buena parte de los simpatizantes de Trump votaron no tanto por sus locuras, sino en contra de un sistema, de un Obama y una Hillary. Por lo que un análisis más detenido, nos enseña que su triunfo electoral no era algo descabellado como parecía en un principio.

Hay también un cabo suelto poco analizado: el papel del FBI con los correos de Hillary, publicados, de nueva cuenta, una semana antes de la elección, lo que propició que Trump alcanzara a la candidata demócrata. Es decir, Donald Trump supo motivar a los de abajo pero también convencer a los de arriba, a esa élite machista, enojada con algunas políticas de Obama como la seguridad social.

La participación electoral de los más jóvenes resulta muy ilustrativo, pues se menciona que los llamados millennials optaron por una tercera opción, pues son esencialmente anti-sistémicos, pero poco participativos, dicho de otra manera, no son realmente apolíticos, sólo que no es sencillo motivarlos.

Ahora que Trump es presidente electo queda una duda en el aire: ¿cumplirá o tratará de cumplir con sus promesas de campaña? Sobre todo las que atañen a su política migratoria. ¿O fue tan sólo una estrategia electoral pasajera? Su discurso como ganador de la contienda atisba una postura más conciliadora; sin embargo, la obtención de mayoría en las dos Cámaras por parte del Partido Republicano y su megalomanía, posibilita el primer caso, y anuncia en el segundo que no cejará en su empeño por recrudecer aún más la política migratoria de Estados Unidos.

Como diría Joaquín Sabina en una de sus canciones: “En tiempos tan obscuros nacen falsos profetas.”El sistema bipartidista de EU se encuentra en crisis, y desde el arribo de Obama en 2009, se ha tratado de reinventar desde dentro. Ahora toca el turno a un empresario racista y misógino.

Para el caso de México, nuestros tiempos oscuros preludian que el mito nacionalista está más vivo que nunca, por lo que el reto de la izquierda es en primer orden, convocar y sostener la unidad, además de construir una agenda que sepa motivar e incendiar las pasiones colectivas detonadas por el nacionalismo, antes de que la derecha sepa entablar una interlocución con las grandes mayorías de este país, con un candidato que nos dejará en las mismas condiciones por otros seis años más.

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Sociólogo y Comunicólogo por la FCPyS de la UNAM. Autor del libro Epifanía política y El fin de una era en la UNAM. Twitter @octaviosolis