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Asumirse feminista; otro modo de salir del clóset

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27 mayo, 2016 @ 7:42 am

Asumirse feminista; otro modo de salir del clóset

Cintia Martínez

Salir del clóset es un acto de libertad, no en el sentido de una liberación sino en el de una resistencia

David Halperin

Ser feminista es manifestar desacuerdo, se trata de hacer algo en el mundo. También se trata de afirmar de algún modo “tengo un problema con algo y eso se llama machismo”. Cuando es pronunciada la frase “soy feminista”, nada vuelve a ser igual. Después de lo dicho es inevitable recibir toda cantidad de desaprobaciones, desde las más simples hasta las más sofisticadas. En el caso menos elaborado, se le asociará a la persona en cuestión con aquella mujer bigotona con “poca suerte en el amor”, con una mujer llena de odio y deseo de venganza, con una vagina dentada, se le llamará feminazi, resentida, hormonal, exagerada, por decir lo menos. En el más elaborado, abundarán objeciones como la siguiente: “los hombres también sufrimos por las mujeres, pero nadie lo nota”, o un clásico “¿sabes quiénes son las más machistas? las madres, porque ellas son las que educan”, responderán cosas como “también hemos sido acosados, pero nosotros no nos victimizamos” o incluso dirán algo como “Kant era hombre, Nietzsche era hombre, si no ha habido pensadora con ese nivel, no podemos culpar a los hombres”.

Ser feminista es no sentir vergüenza por nacer mujer

En primer lugar, asumirse feminista es un modo de cuidado de sí; se trata de frenar una dimensión que usualmente no se menciona, me refiero a la que fomenta la violencia de las mujeres consigo mismas (como hecho psicológico), al promover un auto-reclamo constante por no haber nacido hombres. Es común desear “no ser mujer” si se busca ser buena en los deportes, en las matemáticas, si se pretende vivir con libertad sexual o como ser inteligente, fuerte, autosuficiente ¿Quién se sintió feliz desde pequeña por nacer niña y no deseó haber sido el varón que todos esperaban en la familia? Son pocos los casos afortunados. Afirmarse feminista es frenar esa violencia simbólica que nos hace estar en descontento continuo con nuestra condición femenina, es reconocer que: el problema no soy yo, no es mi género, a pesar de lo que he sentido a lo largo de mi vida. Este “salir del clóset” es un acto que abre mundo al frenar la auto-violencia interna, al fomentar la aceptación personal, antesala del auto-cuidado.

Teoría feminismo lucha feminista
La primera votación nacional donde participaron las mujeres en México (1955).

¿Por qué creo que en estos momentos esto es un modo de salir del clóset? Diversos teóricos del movimiento gay como David Halperin, Judith Butler, Eve Sedgwick han encontrado el hecho de “salir del clóset” como un acto de habla particular del que no se pueden medir las consecuencias y por ello requiere valor del que lo enuncia. Primero, expliquemos brevemente qué es un acto de habla. Hay enunciados que buscan describir algo del mundo, por ejemplo decir “el día está nublado” puede ser verdadero o falso, dependiendo de qué tan cierto sea que hay nubes en el cielo el día de hoy. La mayoría de las cosas que decimos en la vida cotidiana pertenecen a este tipo de enunciados. Pero hay otro tipo de enunciados que no dicen verdad sino hacen algo en el mundo al ser dichos, esos son actos de habla. Por ejemplo, cuando un juez dice “los declaro marido y mujer” o cuando un sacerdote en la pila bautismal dice a un bebé “yo te bautizo”. Dichos enunciados no tienen intención de verdad, las bendiciones, las maldiciones, las promesas pertenecen a este tipo, se trata de acciones hechas con las palabras.

Decir “soy homosexual” pertenece a este tipo. ¿Qué es salir del clóset? el acto de salir de las expectativas heteronormativas dentro de las que somos educados cultural y socialmente. Descoloca al que habla del mandato social de género que asume que se enamorará o tendrá sexo con un miembro del sexo opuesto. El que sale del clóset no podrá echar marcha atrás, no amanecerá más gay un día que otro, ni a la gente se le olvidará algún día “su gran confesión”. Peor aún, difícilmente su condición será asumida con naturalidad absoluta por los miembros de su entorno. El que habló, ganará apelativos como “tortillera”, “lencha”, “marica”, “putito”, “muerde almohadas” difícilmente una persona “homosexual”, sin más.

Confesarse feminista al igual que asumirse homosexual es manifestar lejanía con los ideales heteronormativos, es tener un problema con el ideal. El homosexual se aleja porque su deseo sexual no encaja con los ideales sociales. La feminista se distancia porque no quiere desempeñar el rol social que se la ha asignado por haber nacido mujer. Ambos casos, ambas salidas del clóset, son posicionamientos políticos porque confrontan el orden de las cosas: orden heteronormado y machista. Sin embargo, salir del clóset como feminista implica una cosa más que el acto de salir del clóset como homosexual. Adscribirse al feminismo es también incorporar en la confesión un ideal de justicia (que el homosexual puede o no adoptar pero que no necesariamente viene con su “salir del clóset), se trata de afirmar la posibilidad de un mundo otro, alterno a las prácticas machistas (no de los hombres).

Dicha toma de postura es un abrir la llave y dejar correr posibilidades de vidas más dignas para todas y todos. Los modos en que la justicia se busca, en que se asumirán los matices de esa vida, esos son múltiples porque la cantidad de feminismos es diversa y aspira a la horizontalidad de su diversificación.

El feminismos no es el odio hacia los hombres

Por otro lado, y esta idea es indispensable, salir del clóset como feminista no es declarar un odio insaciable hacia los hombres; pero sí es reprobar las prácticas machistas. ¿Hay un repudio aquí? sí, porque la neutralidad difícilmente acompaña un posicionamiento político. Hay gente que cuestiona el capitalismo, la falta de derechos humanos, el racismo, y no por eso odia a la humanidad, bueno pues el feminismo cuestiona las prácticas machistas porque éstas han sesgado su vida en toda dimensión (privada, pública, psicológica, sexual, legal) y eso, no significa que odie a la mitad de la humanidad masculina.

Veo urgente trazar una diferencia ética entre condenar las prácticas y los agentes. Condenar las prácticas no es condenar a los agentes, entonces condenar las prácticas machistas no es condenar a los agentes hombres. ¿Por qué? porque un agente es un ser libre y como tal, siempre puede cambiar su conducta, es decir, el machismo es una práctica de la que hasta el macho mejor logrado puede desprenderse. Ese es el punto de partida si queremos un mundo otro, tan amplio como sea posible. Condenar conductas no es asociar perenemente a actores con prácticas, por tanto veo importante hacer una clara distinción entre aquello que se repudia en el feminismo, sugiero hacer un matiz que repudie la práctica y no a los actores.

Concluyo con que hay algo de lo que no podemos deslindarnos. Concedido lo anterior, no podemos dejar de ser sensibles a las estadísticas, las prácticas machistas son perpetradas en su mayoría por hombres y afectan en su mayoría a mujeres y homosexuales. Vivimos en un país en donde se inventó un término para hablar de la muerte por género, el término es feminicidio. En México, un fenómeno como la trata afecta en su mayoría a mujeres y niñas (en menor cantidad a los niños). Aquí, las condiciones de pauperización son mayores si eres indígena y mujer, si eres pobre y mujer a si eres sólo indígena o pobre. ¿Son iguales los sufrimientos entre hombres y mujeres?, ¿será que no hay motivos para tener un problema al respecto? prestemos atención a los datos duros hablando por sí mismos y asumamos responsabilidades.

 

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