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18 de marzo: cuando el petróleo fue nuestro

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unogermango

18 marzo, 2015 @ 8:10 pm

18 de marzo: cuando el petróleo fue nuestro

 

@unogermango

Lazaro C¿Qué se celebra el 18 de marzo” –pregunté a un niño de cuarto año de primaria. Me miró con ojos de venado y se río, como suelen hacerlo cuando sienten que decepcionan a su madre, y no dijo nada–. “Fue la expropiación petrolera”, –y esta vez, su mirada fue de completa reprobación: él sabía, por supuesto, que yo lo estaba embromando.

Y es que ya no se celebra nada. En este año 2015, ya no hay nada que celebrar y a los niños ya no suele enseñársele, como se hacía hace décadas, la celebración de esa fecha. Habrá que indagar en los libros de historia para saber desde cuándo dejó de ser una fecha relevante en los programas educativos, porque eso nos daría una idea acerca de cuando se planeaba la entrega de los energéticos a los extranjeros.

El 18 de marzo de 1938, el Presidente Lázaro Cárdenas del Río ofrecía una conferencia para radio y para prensa escrita, en la cual se anunciaba el decreto de expropiación del petróleo: la industria petrolera pasaban a ser propiedad de los mexicanos.

La decisión que tomó el Presidente no fue sencilla, pues tendría que indemnizar durante diez años a las compañías que explotaban el petróleo en suelo mexicano. Y en su anuncio de decreto, dijo sin temor que no sólo las finanzas del Estado tendrían problemas, sino que la economía de cada uno de los habitantes de México se vería afectada. Sin embargo, obtuvo el respaldo no sólo de los políticos y de la Corte Suprema, sino de cientos de miles de simpatizantes que donaron sus recursos para que con ello se les pagara a las empresas y se consiguiera que tan importante recurso natural se volviera, como debió serlo siempre, propiedad de México.

Por ello, se le recuerda a Lázaro Cárdenas como el último presidente con valor y con valores; tras él, sólo ha habido una serie de corrompidos cobardes sentados en la silla presidencial.

petrolo

Pero hace dos años se produjo el más serio incidente en la historia reciente de México: Enrique Peña Nieto consiguió lo que varios presidentes anteriores intentaron, pero nunca consiguieron: entregar el petróleo a los grandes consorcios de otros países, especialmente a los estadounidenses. Igual que Lázaro Cárdenas, pero a la inversa, lo logró con la ayuda de los partidos políticos.

Durante muchos años se trató de convencer a la población de que era preponderante otorgarle el petróleo a las compañías extranjeras, sin embargo, nunca se consiguió la convicción en la mentalidad de los mexicanos, y  la entrega del petróleo tuvo que ser un acto entre políticos, sin el mínimo apoyo ciudadano. En una democracia real, se consideraría un acto de traición a la patria.

El poder económico de las empresas extranjeras de petróleo debería de causar atención extrema en los mexicanos, pues su historia ha estado plagada de asesinatos, robo, destrucción ambiental, daño al patrimonio, creación de grupos armados, entre otras ilegalidades solapadas por los poderes políticos de muchos países. Y la corrupción de los políticos de México es el caldo de cultivo ideal para volverse un poder muy peligroso.

Los defensores de la entrega del petróleo aluden a beneficios que nadie cree. Y la historia de México debería recordárnoslo. La expropiación petrolera se llevó a cabo porque las empresas petroleras extranjeras no acataron una resolución muy básica de la Suprema Corte de Justicia. ¿Qué era? Algo muy simple: mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. Y su argumento para la negativa no pudo ser más vil: no contaban con los recursos económicos suficientes.

Por eso, por miserables, los echaron del país.

Pero el peligro en la actualidad es inminente: ahora que el Estado no quiere recordar la fecha de la expropiación petrolera, están a punto de ser despedidos de Pemex (la empresa encargada del petróleo mexicano) cerca de 60 mil trabajadores. Es de destacar que aún no llegan las empresas extranjeras y las condiciones de trabajo ya son de miedo.

Por este motivo, es imprescindible que se recuerden las palabras del Presidente Cárdenas, en su discurso de decreto en que se nacionalizó el petróleo, en donde mencionó que las compañías extranjeras ofrecían “dinero para la prensa antipatriótica”, atacaban al régimen cuando veían criticados sus negocios, tenían completas tendencias antisociales y, la más peligrosa, “la intervención en la política nacional”, además de mantener grupos armados en Veracruz y en el Istmo de Tehuantepec.

Y las siguientes palabras del Presidente Lázaro Cárdenas deberían resonar, desde ahora y para siempre, en nuestras conciencias:

“Acabar con este estado de cosas permanentes, en que el país se debate, sintiendo frenado su progreso industrial por quienes tienen en su mano el poder de todos los obstáculos y la fuerza dinámica de toda actividad, usando de ella no con miras altas y nobles, sino abusando de ella con ese poderío económico, hasta el grado de poner en riesgo la vida misma de la nación, que busca elevar a su pueblo mediante sus propias leyes, aprovechando sus propios recursos y dirigiendo libremente sus destinos, planteada así la única solución que tiene este problema: pido a la nación entera, un respaldo moral y material suficientes, para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable […] sólo pido al pueblo confianza plena y respaldo absoluto…”.

Y la expropiación nos dio identidad, fuerza y soberanía. Pero no tenemos ya ninguna. Sólo falta que se lleven nuestra dignidad. Y lo están intentando.

Falta que lo permitamos.

https://youtu.be/zpM3hpDyBJ4

 

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Editor de contenidos en la Revista Consideraciones. Profesor de la UNAM y estudioso del comportamiento de los gatos. El lenguaje lo es todo.